martes, 4 de febrero de 2014

En febrero leemos "El guardián entre el centeno" de J. D. Salinger.

Buenas tardes:

Os escribo para recordaros que el próximo día 26 a las 17:00 h tendremos una nueva sesión de nuestro club de lectura. Tal como quedamos el último día leeremos El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger.

Por si os interesa y os viene bien para situaros antes de empezar con el libro, a continuación os adjunto algo de información que he encontrado por Internet sobre el autor y la obra.

Saludos,


http://upload.wikimedia.org/wikipedia/en/8/8c/JD_Salinger.jpg
J. D. SALINGER
(Estados Unidos, 1919-2010)

Nacido en una familia de clase media alta de Nueva York contra cuyas poses burguesas se rebeló de forma temprana, J.D. Salinger fue un mal estudiante que se negó a continuar el negocio paterno de importador de jamones y en un primer momento aspiró a convertirse en actor.

El 6 de junio de 1944 el escritor formó parte uno de los regimientos de Infantería que desembarcaron en Normandía el Día D. A finales de mes habían muerto 2.500 de los 3.100 soldados que lo conformaban. Se cuenta que en todo momento llevaba encima el manuscrito de El guardián entre el centeno, en el que avanzaba al menor rato libre. Tras 299 días de combate, la visión de todos los horrores de un conflicto bélico lo aboca a un hospital en Nüremberg, víctima de un síndrome de estrés postraumático.

Sus experiencias bélicas le concederían su voz literaria, explicando su fijación por la fragilidad de la juventud, los trastornos y la búsqueda de la autenticidad de muchos de sus protagonistas, al tiempo que lo impulsarían a buscar consuelo espiritual lejos del judaísmo y el catolicismo de sus padres, abrazando en un primer momento el budismo zen.

El escritor cumple con su sueño de publicar sus cuentos en el semanario The New Yorker. A finales de la década de los cuarenta ya se ha convertido en un acontecimiento, pero no tarda en dar muestras de que no soporta injerencias en la forma de entender y de manejar su trabajo. Sólo concede una entrevista tras la aparición de El guardián entre el centeno y exige retirar su foto de la tercera reedición. Se muestra furioso con muchas de las interpretaciones dadas a su única novela y, sobre todo, con el acoso de los que a raíz de ella lo toman por una suerte de gurú con ­respuestas sobre el sentido de la ­existencia.

Decide dejar de publicar en 1965, con tan sólo cuatro libros en circulación. Cinco años después, devuelve a su sello estadounidense el adelanto de 75.000 dólares por una quinta obra pactada que ya jamás vio la luz.

La periodista Betty Eppes dedicó sus vacaciones de verano de 1980 a intentar localizar y hablar con Salinger, lo que consiguió viajando en coche hasta Windsor (Connecticut) y poniéndose a investigar y a montar guardia en el pueblo. En una entrevista explica que su presa le dijo: “Estoy harto de que me cojan por banda en los ascensores, de que me paren por la calle y de gente que se mete en mi propiedad privada. He dejado mi posición bien clara desde hace treinta años. Quiero que me dejen en paz, completamente en paz. ¿Por qué no puedo vivir tranquilo?”. Según Eppes, Salinger defendió enérgicamente la idea de que uno debería escribir para sí mismo, que sólo la escritura importaba.

Jerome David Salinger se casó en tres ocasiones: su primer matrimonio, con una doctora alemana que podría haber sido una agente de la Gestapo, fue anulado; del segundo con Claire Douglas nacieron sus dos hijos, Margaret y Matthew, y el tercero, con Colleen O’Neill, 40 años menor que él, se produjo en secreto cuando el autor ya era anciano y pudo haber sido fruto de un acuerdo con el que blindar jurídicamente a la mujer que le hizo de enfermera en la última etapa de su vida.

http://www.quenotelocuenten.org/wp-content/uploads/2013/04/El-Guardian-entre-el-centeno.jpgLas atrocidades de las que fue testigo Salinger durante la Segunda Guerra Mundial lo propulsaron, desde finales de la misma década de los cuarenta, a la búsqueda de algún tipo de brújula interior que trajera serenidad a su existencia, empapándose de textos sagrados hindúes y de retiros espirituales.

Halló el camino en la filosofía y la religión orientales, cuyos preceptos dictarían los pasos más relevantes que tomar. Paradójicamente, los autores concluyen que lo que le salvó el alma arruinó su escritura, al entender de forma creciente sus relatos como un medio desde el cual propagar sus creencias. “Hay dos fronteras cruciales en la vida de Salinger: el antes y el después de la guerra, y el antes y el después de la religión. La guerra lo destruyó como hombre, pero lo convirtió en un gran artista; la religión le ofreció consuelo espiritual tras la guerra, pero destruyó su arte”.

Las peripecias del adolescente Holden Caulfield en una Nueva York que se recupera de la guerra influyeron en sucesivas generaciones de todo el mundo. En su confesión sincera y sin tapujos, muy lejos de la visión almibarada que imperaba de la adolescencia hasta entonces, Holden nos desvela la realidad de un muchacho enfrentado al fracaso escolar, a las rígidas normas de una familia tradicional, a la experiencia de la sexualidad más allá del mero deseo.
Hay libros que por su manifiesta originalidad, su carácter revolucionario o por casualidades intrínsecas de la vida, son considerados grandes clásicos de la literatura prácticamente desde el momento de su publicación. La grandeza de El guardián entre el centeno reside sobre todo en el espectacular impacto que produjo en la sociedad norteamericana la salida al mercado de este pequeño gran atlas de la psicología adolescente, impacto cuyo eco siguió resonando casi con la misma fuerza durante varias décadas más. Tanto es así, que la obra de Salinger no solo se ha convertido en lectura obligada y novela de culto para  millones de jóvenes y otros que no lo son tanto, sino que además, El guardián entre el centeno lleva siendo objeto de estudio en los institutos estadounidenses desde hace ya mucho tiempo. ¿Qué tiene este libro que 60 años después de su primera edición aún sigue deslumbrando a infinidad de lectores por todo el globo? Te invitamos a descubrirlo.

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